lunes, 4 de diciembre de 2006

¿Por qué dar un sí al Psicoanálisis?


Psicoanálisis
El por qué del Psicoanálisis.
Eduardo Barahona Kompatzki.
Cuando comienza una historia con fundamento y teoría, es necesario buscar protagonistas y nobles que relaten el texto propio de aquellos escritos, es necesario cuestionar una y otra vez aquel monumento estructural para encausar una lucha sobre una creencia que puede desbordar el pensamiento y la creencia popular.A lo largo de estas líneas intentaré demostrarles el fundamento de la elección de este escrito, es más, intentare abordar algunos puntos esenciales que marcan la eterna pregunta del ¿Por qué? dar un sí al psicoanálisis.

Cuando Sigmund Freud, a fines del siglo XIX, creó el mecanismo psicoanalítico, lo hizo guiado por los ideales de época: los del cientificismo. El cientificismo, que no es comparable a la ciencia, es una disciplina que se revela contra la creencia en Dios, contra la idea de que la lógica de las cosas está guiada por la mano de Dios. Para Freud las cosas tienen un funcionamiento garantizado por las leyes de la naturaleza y no por las leyes divinas.[1] Pese a esto, la creencia de Freud no deja de ser una posición de creencia, de fe, causalista y determinista; posición que acompañó a los grandes descubrimientos de la física, la química y la biología del siglo XIX. Ahora bien, sería sano y prudente cuestionar ¿Qué leía Freud?, ¿Desde donde investiga Freud algo nunca antes escrito, pero que pese a esto, lo vive cada ser humano?[2]. Sigmund Freud era un espíritu abierto, ávido de conocimiento y referencia que fueran comunes a su saber científico y erudito. Lo leía absolutamente todo, desde los clásicos griegos hasta Cervantes, era un alma que hoy podemos asemejar a un “ratón” de biblioteca que se fascinaba con lo que descubría y asimilaba en sí mismo. Para intentar llegar ahí donde nadie había llegado, llegar ahí donde se experimenta la intimidad de la carne, el dolor y el sufrimiento que todo el mundo se cuestionaba, se hace un hombre entendido en mitología e historia de religiones, buen ejemplo de esto es Tótem y Tabú en 1913, reflexionando aún más en antropología y lingüística. Freud pudo llegar a leer el sufrimiento de sus pacientes y para llegar a ello fue necesario aprender a leerse el mismo, lograr entender su propia neurosis y darle argumento y leyes a sus propios sueños, frente a esto, encontramos una primera luz para entender el porque dar un sí al psicoanálisis ya que psicoanalizar es, en cierta forma, aprender a leer un texto inédito y escrito en una lengua de la que no hay diccionarios pues es propia de cada sujeto[3], ahora bien....¿Por qué dar un si al psicoanálisis desde este punto? Porque cada sujeto tendrá un dialogo propio, un dialogo que se va marcando por medio de las primeras identificaciones que va teniendo un ser en su existencia y que por medio de estas identificaciones cada sujeto va formando su yo y con esto una historia nueva se construye por sobre la vida que cada uno escribe día a día. Es decir, podemos hablar de un sujeto que en su vida diaria mantiene relaciones comunes y corrientes con: Sus pares, sus familiares, compañeros, etc y que a la vez ocurre una vida propia y silenciosa al interior de este mismo ser, ocurre una vida fantasiosa, deseosa, libidinal que ocurre en su propio lenguaje y que no es nada mas importante que para la misma persona que vive esa fantasía. Estas fantasías pueden acarrear un cúmulo de problema y singularidades que van formando una serie de características que pueden terminar en patologías, al momento de vivenciar y de hacer explicitas estas manifestaciones que ya no son tan reprimidas es el mismo sujeto que busca encontrar un por qué a estas nuevas experiencias que esta viviendo, es así donde este lenguaje nuevo que no es escrito pero si vivenciado se coloca de manifiesto para que el propio psicoanálisis pueda llegar a el y descifrar este texto inédito. Podríamos manifestar: “El psicoanálisis mas que una practica es una ciencia dirigida, podríamos decir, a que un sujeto encuentre el sentido de su existencia, la verdad de su sufrimiento, la causa de su malestar. Pueda responsabilizarse y saber que hacer con eso”.Freud, estimulado con este espíritu, anhela demostrar que todo el campo psíquico obedece a leyes, que no son las de la física, la química o la biología, sino que son leyes propias[4], y que todo tiene una causa: el inconsciente. Principio que opera en un sujeto y le hace hacer cosas, decirlas, pensarlas, soñarlas, equivocarse, etc. Todo su empeño es demostrar con qué leyes funciona el inconsciente.Freud postula el Psicoanálisis y por ende hay un cambio entre la Psicología Clásica y el Psicoanálisis. La psicología Clásica que se preocupa netamente de un carácter empírico pasa a un cambio por medio de Freud y del psicoanálisis, este Psicoanálisis comenzó a dar cuenta de un proceso inexplicable para la “Vieja” Psicología Académica. El conflicto se desencadeno cuando el Psicoanálisis demostró que la conciencia no es lo psíquico sino que ella es tan solo una parte o un aspecto exterior de la realidad ínfimamente más compleja e inabordable para la conciencia que es “El Aparato psíquico”.En contraposición a Rene Decartes, Freud postulara: Nada de que pienso y luego existo...por el contrario, Existo como cuerpo y tanto cuerpo tiendo al placer, la existencia es, antes que nada, tendencia al placer y a la satisfacción del deseo.[5] Para Decartes y para la Psicología Académica la conciencia era el punto de partida: “Porque pienso existo en el mundo”; pensando puedo representar a mi yo desligado del cuerpo. Para Freud la conciencia aparece como un proceso secundario y el primario será el motor del Placer. Para Decartes “Yo” era todo yo, toda el alma, todos los pensamientos, todo el ser, para Freud el yo solo era una parte, una instancia de ese conjunto estructurado que es el aparato psíquico.[6]Así como el tiempo avanza, así como cada mes se convierte en semanas, como cada semana se reduce a días, como cada día se resuelve en horas, como cada hora se trasforma en minutos y cada minuto se trasforma en segundo, así también hay una transformación del pensamiento de la época, pensamiento que se ve influido por nuevos pensadores y notables eruditos en temas complejos como pasan a ser – entre tantos – el Psicoanálisis. Con el cambio de época hay cambios notables y exigentes al pensamiento estructural, se responde a un “nuevo” espíritu y con esto llega a manifestarse el pensamiento de Jacques Lacan. Cuando él entra en el psicoanálisis, su enseñanza se inicia como efecto del letargo de toda una generación enfrentada a los efectos del desarrollo, de la ciencia. Su posición es la del hombre ante las consecuencias totalmente impensables, imprevistas, que escapan a todo cálculo de lo que puede ser la ciencia. Podríamos decir que se trata del desarrollo de un saber, de un pensar, de un hacer, al que nada puede detener, y Lacan evocó muy a menudo, subrayándolo con insistencia, que los mismos sabios no son amos, ciertamente, como para detener el saber, pese a esto, su arma de lucha fue siempre y constantemente...”Volver a Freud”, volver a leer a Freud desde una nueva perspectiva, retornar a Freud para entenderlo desde el nuevo matiz que esta teniendo el mundo, regresar a Freud con una nueva vista, volver desde un tonalidad donde el Inconsciente está estructurado como un lenguaje[7] y que todo surge y fluye por medio de los significantes[8]. Desde esta viñeta podemos manifestar que Lacan fue un riguroso lector de Sigmund Freud, desde Lacan podemos entender a Freud por medio de una lectura “lenguajera”[9], lenguajera desde la relación que mantiene el sujeto y el lenguaje, la cuál pasa a ser un punto central de reflexión y que va guiando la acción del psicoanálisis.Lamentablemente, al igual que Nestor Brauntein, - lamentablemente ya que este excelente autor no me da opción para otro reflexionar - comparto la idea de que el Sujeto es el punto neurálgico de lo que se preocupa el psicoanálisis, creo firmemente que la orientación ya no es hacia: La psique, la conciencia, la mente, etc, sino que la gran apuesta que nos ofrece el psicoanálisis, desde un punto como el de Lacan, es entender al sujeto como un cuerpo erógeno, incluido dentro de un sistema de lenguaje que lo hace ser constantemente a este sujeto, un sujeto de deseo, de deseo persistente, insatisfecho, insaciable, pulsional, libidinal desde el momento en que aprende el lenguaje.Al final de su enseñanza Lacan dijo que el síntoma viene de lo real, podemos entenderlo de una manera simple: lo real que funda el síntoma de cada uno es lo que le imposibilita marchar por los caminos comunes, el mercado. El síntoma es lo más particular que cada uno tiene y a la vez lo más real. Es lo que hace que cada uno, en algo, no logre cerrarse o hacer totalmente lo que prescribe el discurso de época, el discurso de su tiempo. Cada uno de nosotros recibe estas “prescripciones” del discurso por vías particulares. En primer lugar por la familia(al menos por ahora), generalmente madre y padre, luego por toda la educación y también por lo que si me permiten, denominaré, haciendo eco al “super-yo” freudiano, las “voces” del mercado. Son las “voces”, implementadas a los medios al servicio del mercado las que nos dicen a qué debemos parecernos: a qué hay que parecerse para estar al día, para estar en forma, para parecer joven el mayor tiempo posible, para parecer un hombre que sea verdaderamente un hombre, o la mujer que hay que ser, la madre que hay que ser, incluso el niño que hay que ser. Son todas esas “voces” las que nos dicen en el fondo lo que hay que consumir para ser un sujeto acorde con los tiempos...y bien... lo que ocurre es que en cada uno hay un punto que se resiste a eso.Nosotros como sujetos, como sujetos deseantes no logramos a cabalidad encontrar una “conformidad” o atender a plenitud aquel deseo, no podemos encontrar la mejor forma para que aquello que nos insita – pulsión – sea llevada a cabo por completo, aquella gran voz que se desgarra en nuestro interior por llevar a buen fin su deseo no logra una unificación, no logra encontrar el camino correcto y tan solo debe sentirse cumplida en parte. El mercado de los objetos – entiéndase por esto como las demandas que el sujeto tiene y que siente el deber o la necesidad de llevarlas a cabo de buena forma o que siente la necesidad de tenerlas - no logra reabsorber completamente el deseo de los sujetos, uno por uno. Tanto Freud como Lacan se dan cuenta que este deseo no es satisfecho a forma completa, se dan cuenta que la ciencia choca contra el síntoma, y el psicoanálisis depende de ello, su porvenir y su misma existencia. Y es con esto con lo que tienen que vérselas los psicoanalistas: con el síntoma y con, la parte del sujeto que no logra universalizarse según las personas de la época. Bien es sabido que los sujetos de hoy no son los mismo a cincuenta años atrás, hay síntomas nuevos, la misma neurosis cambió desde la época de Freud. La categoría de borderline –aquella manifestación descrita a cabalidad por Otto Kernberg -[10], no se inventó “in abstracto”, es una categoría que no corresponde ni a la neurosis freudiana ni a la psicosis manifiesta. Lo interesante es que todos esos sujetos: borderlines, psicópatas, personalidades narcisistas, etc. tienen un rasgo común: Objetan el imperativo de tener que consumir los bienes del mercado, lo que nos demuestra y a la vez nos confronta, con que no pueden abordarse los casos clínicos fuera de lo que constituye su época, el momento de la civilización en el cual están insertos. Y el psicoanalista tiene que vérselas con todo esto. Reflexionemos un instante, ¿qué se le demanda a un sujeto?, está la demanda del paciente pero también la demanda social, pero entonces...¿Por qué dar un si al psicoanálisis? Porque este reduce el síntoma, este en cierta forma lo hace desaparecer, lo elimina...es lo que se pide a todo practicante de psicología. Que se oponga a lo real del síntoma.Volvamos un poco atrás, ¿Qué tenemos?: por un lado la demanda que es terapéutica y por otro algo que sabemos, y que es la experiencia de que no hay un análisis que opere sin ningún efecto terapéutico. El dilema entonces está servido: ¿borrar lo más particular de cada sujeto? Por esto Lacan insistió en el hecho de que la ética psicoanalítica se sitúa más allá de toda terapéutica. La demanda es terapéutica y es necesario un deseo del analista muy decidido para comprometerse con la causa del inconsciente. ¿Qué es la causa del inconsciente? El inconsciente es un saber, irreductible, es un saber sin sujeto, que condiciona, constituye la verdad particular, propia de cada sujeto. Así, lo verdadero se confunde con lo particular, y comprometerse con la causa de la singularidad de cada uno, ponerse al servicio de esta verdad supone un deseo inédito, podemos decir, también de despertar la función subjetiva, a veces inhumano.Para concluir: ¿Por qué dar un sí al psicoanálisis?. Porque este saber sirve para poner al día, para interpelar, lo que Freud llamó el inconsciente, el psicoanálisis pone en juego el inconsciente de cada uno, el inconsciente como un saber, saber que nos determina como sujetos, sin que nosotros lo sepamos. Un sujeto cuando se psicoanaliza tiene una idea: me pasa tal cosa…, tal o cual síntoma, y espera algún cambio de lo que son sus síntomas. Por eso se dirige a un psicoanalista, porque espera un cambio, un cambio de lo que no va bien en su vida. Hay algo más fundamental: si alguien va a un psicoanalista es porque espera no sólo un cambio, sino también una revelación, un descubrimiento, en donde esta palabra “descubrimiento” es central. Es por esto que la psicoterapia no es una terapia como las demás, quiere decir que no se trata solamente de curar el síntoma, sino de revelar, descubrir el secreto del síntoma, de la neurosis. El psicoanálisis no se trata, entonces, solamente de “terapizar”, de curar, sino de unir los efectos terapéuticos a la esperanza de descubrir algo del orden de un saber, de que se revele la verdad del síntoma. Un análisis debe enseñar algo a quien se analiza, sobre la naturaleza de los síntomas. Es lo que Freud llamaba, un saber didáctico. Didáctico quiere decir esto: que todo análisis, si es un verdadero análisis, enseña al sujeto sobre el saber inconsciente que lo determina.[1] De todas formas, el interés por la religión o más exactamente dicho, por una interpretación de lo religioso en el hombre, comienza en el Freud tarde. Desde 1913 en que termina de escribir Totem y tabú, la preocupación religiosa, anida en su alma, irá in crescendo. La prohibición del tabú debe comprenderse como el resultado de una ambivalencia de sentimientos. Entender el tabú arroja luz sobre la naturaleza y la génesis de la conciencia moral. Tras la violación del tabú hay una conciencia de culpa. La conciencia moral del tabú es probablemente la forma más antigua en que hallamos el fenómeno de la conciencia moral.El tótem es el antepasado de la estirpe (guardián, auxiliador que envía oráculos) los miembros del clan totémico tienen la obligación sagrada de no matar al tótem.La pertenencia al tótem es la base de todas las obligaciones sociales, prevalece sobre la condición de ser integrante de una misma tribu y relega a un segundo plano el parentesco de sangre.[2] Nestor Braunstein “Las Lecturas de Freud”[3] Nestor Braunstein “Las lecturas de Freud”[4] Primera y Segunda Tópica: Inconsciente, Consiente y Preconsciente; Ello, Yo y Super Yo[5] Nestor Braunstein “Que entienden los Psicólogos por Psicología”[6] Sigmund Freud “Introducción al Narcisismo”[7] Jacques Lacan, pensaba que el inconsciente esta estructurado como un lenguaje en donde el inconsciente no es nada misterioso, se trata de un conjunto de palabras y relaciones lógicas entre ellas. Antes de que el niño nazca, los padres empiezan a hablar de él, en un sentido u otro, eso que hablan, eso que fantasean, ese deseo puesto en palabras, es lo que empieza a constituir el mundo en el cual nace el niño.El lenguaje domina al sujeto, en ese sentido el ser humano es un siervo del lenguaje y de la cultura, los instintos están modificados por la cultura y las palabras. Lo que distingue a la sociedad humana de las sociedades naturales es el lenguaje. Ahí debemos buscar el inconsciente y ahí debemos buscar el origen de la enfermedad mental.[8] El significante no tiene sentido sino en su relación con otro significante, este significante se puede entender como un conjunto de símbolos representados y hablados por el Otro.[9] Nestor Braunstein “las Lecturas de Freud”[10] Otto Kernberg “La Teoría de las relaciones Objetales”

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